Suelo imaginar historias que me encantaría vivir, desde muy pequeño siempre me gustó escribir, ya sea mis tristezas o alegrías. Con el tiempo eso se convirtió en mi rutina, pues al escribir me libro de unos sentimientos malditos, que a veces creo son demonios que en cualquier momento me atormentan para escribir, son como voces que me torturan. Al final es un mal placentero, porque disfruto mucho imaginando y soñando. Solo espero que con lo que leas aquí te identifiques y sientas lo que yo sentí al momento de escribir.

lunes, julio 05, 2010

Casualidades


Caminaba por la calle Te olvidaré
y a lo lejos vi aquel bar de penas
la lluvia estorbaba, y se consumía en mi chaqueta...
Hacía tanto frio esa tarde que necesitaba un café.

Abrí la puerta del bar y deprisa me atendió una muchacha,
me señaló que junto a la ventana había una mesa disponible,
ella me preguntó: "¿Espera a alguien?"
y moví mi cabeza afirmando. En realidad no esperaba a nadie.
Por un momento, ese pequeño momento después de la pregunta
olvidé que todo había terminado, y como antes, pensé que ella llegaría.

Miré la carta, bueno, en realidad no la miré con algún interés de pedir
alguna otra cosa que no sea un café caliente.
Pasaron 5 minutos... aquella muchacha se acercó con mi café,
lo endulcé y tomé un pequeño sorbo.
Estar en ese bar tomando un café mientras llovía parecía una escena de
alguna película de antaño...
Una melodía sonaba suavemente, era un piano que lloraba,
lloraba en el momento perfecto, en el momento que yo quería llorar,
vi pasar a la gente correr pues la lluvia no paraba...
Así pasó media hora y no me terminaba el café.
Entonces, alguien entró, vestia un abrigo negro que ocultaba su rostro.
Nunca imaginé que fueras tu, tu entrando al mismo bar, me quedé pasmado mirando tus ojos marrones y tu rostro un poco mojado,
fue la mirada mas profunda que tuvimos. Sabíamos que no era una casualidad,
que sentíamos lo mismo, la necesidad de vernos, la necesidad de explotar ese sentimiento.

Te acercaste sin poder hacer alguna otra cosa, estábamos ahí, y nadie lo iba a impedir,
quizá no era muy tarde, a pesar de que el tiempo intentó acabar con nosotros.
-Hay algo que debo decirte- dije,
-Tu dirás- respondiste tan irónica,
tomé una servilleta y escribí lo siguiente:

"Hace 3 días que siento que la vida me envenena, y no, no puedo dejarte ir, el tiempo no puede matarnos, hace 3 días que estado sediento de ti, de tus besos, de tu presencia, de tus ojos, de ti... Sé que es difícil, pero cuando mires la siguiente pregunta sabrás que es mi última arma para salvarnos, ¿Quieres casarte conmigo?"


Luego, de mi chaqueta saqué el anillo que había comprado hace mas de un mes, y que por mi miedo idiota tenía la duda de casarme, tenía la duda de entregarle todo, las dudas me habían llenado tanto, que olvidé el anillo durante días, hasta hace 3 días.
El anillo estaba en una pequeña caja.
Ella levantó su cabeza con lágrimas en los ojos, miró la mesa, y ahí estaba el anillo, nuestro anillo de matrimonio...

Nos miramos durante 1 minuto, me levanté de la mesa, me acerqué un poco y la besé, la besé en ese bar que escondía tantas penas, ese beso correspondido fue al respuesta positiva a lo que ofrecía mi anillo...

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