Yo nací un día que Dios estubo enfermo...
Que ganas de morir en mi cama,
y ahogarme en un vaso con agua,
que ganas de morirme en una montaña,
y ser pisado como una araña,
¡Que ganas! ¡Que ganas!
Que ganas de tenerme vivo Señor,
que ganas de apretar tu puño de honor
y golpearme la vida sin pavor.
Señor tu que estas en los cielos,
donde está la misericordia,
donde están tus palabras,
¿Qué pretendes enseñarme?,
dejandome siempre solo en el camino,
descalzo pisando piedras filosas,
que me acaban día a día el alma,
y sin ni siquiera un poco de agua para beber,
Señor envía tu diluvio, soy el único que debe morir,
en mi camino solo he conocido un horizonte negro,
con arboles secos y cuervos que se dan vueltas,
esperando mi cuerpo caer, para acabarme más...
Señor, llevame ya de una vez,
¿Cuál es el propósito?
Si todas las puertas que abro,
me las tiras en la cara...
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
3 comentarios:
Vaya, un poco oscuro el sentimiento tras el relato, ¿no? En fin, todo es cuestión de no rendirse y esperar a que la vida nos muestre su lado sonriente, que también lo tiene.
Lo ironico es que el mismo que lo escribí me sucedió algo increible...Simplemente son las penas del alma
Ante eso a mi también se me ocurre solo un ...no lo sé...pero quizás haya que seguir con esa incertidumbre, sin más, hacia delante o hacia arriba, ¿hacia dónde sino?
Puede ser que la respuesta sea no preguntarse porqué, y ser valiente...pese a TODO :)
Un abrazo!!!
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